No Conozco Mucho Sobre Historia –Y Ese Es El Problema
El Periodico USA (McAllen, TX)
Los norteamericanos no saben de historia, tanto como creen, pero su conocimiento de la cultura popular sobrepasa todos los records.
Una nueva encuesta del American Revolution Center (ARC), una organización no-partidista, sin fines de lucro, indica que un 80 por ciento de los adultos americanos (y 94 por ciento de los que están entre los 18 y 49 años) tuvieron la habilidad de conectar a Michael Jackson con canciones de su autoría, como “Beat It” y “Billie Jean.” Sin embargo, solo un poco más de la mitad pudieron identificar a James Madison como el padre de la Constitución de los EEUU.
Es más, a pesar de que recientemente, los llamados “tea parties” o reuniones de té se han convertido en una forma popular de disensión política, solamente un 12 por ciento logró identificar la más importante repercusión del “Boston Tea Party” de 1773. Aquello que provocó que el Parlamento promulgue las Leyes Coactivas, lo cual fortaleció la resistencia americana y condujo a la reunión del Primer Congreso Continental. La mayor parte de quienes tomaron el examen respondieron en su cuestionario, que se trataba de la revocación del impuesto al te.
Antes de tomar el examen, se les pidió a los participantes que se auto-evalúen y le pongan una calificación a su propio conocimiento de historia; solo 3 por ciento se puso una nota “F.”Sin embargo, 83 por ciento no pasó en el examen –esto quiere decir que no pudieron responder correctamente más de 16 de las 27 preguntas.
Es posible que a los adultos se les haya olvidado una parte de la historia que aprendieron en la escuela hace mucho tiempo, pero la perspectiva de que sus hijos resulten en una generación mejor informada es bastante opaca.
El estudio de la Historia americana tradicional ha declinado desde la era de Vietnam, debido a factores divergentes como una carga de asignaturas demasiado llena, la propagación del separatismo multicultural, y el enfoque del gobierno en la evaluación de las matemáticas, a costa de la exclusión de historia y otras materias esenciales en humanidades.
Con el objetivo de revivir la disciplina, varias organizaciones que agrupan a los historiadores más sobresalientes del país, repetidamente han pedido que los profesores de historia de las escuelas tengan un título universitario en historia. Sin embargo, ningún órgano estatal ha hacho de esto un requisito, y la prueba de ello es que muy pocos profesores de historia tienen un título universitario en la materia.
En Little Rock, el director de un proyecto para mejorar el conocimiento de los profesores de historia, informa que “solamente un 1 por ciento” tiene un título en Historia americana. Otro problema es la falta de tiempo para enseñar la materia, cuando el día está lleno de otros requisitos en la escuela. EL director de un proyecto en Sacramento apuntaba que en promedio, son solo 12 minutos al día, que un estudiante está expuesto a la instrucción en esta materia.
El año pasado, el Bradley Project on America’s National Identity advirtió que “la próxima generación de americanos conocerá menos que sus padres, sobre nuestra historia y de los ideales de nuestra fundación. Y que muchos americanos estás más conscientes de lo que nos divide que de aquello que nos une.”
La brecha parece estar creciendo ya, el National Assesment of Educational Progress, organismo que evalúa el conocimiento de los alumnos del nivel básico cada cinco años, determinó que solamente una cuarta parte rindió pruebas en un nivel satisfactorio. El próximo examen de historia del NAEP será tomado en el 2010.
En la evaluación del NAEP, solamente un 1 por ciento de los alumnos del 8vo nivel, pudo explicar cómo la caída del Muro de Berlín afectó la política exterior de los EEUU. Más de la mitad de los estudiantes de último nivel de secundaria creía que Italia, Alemania o Japón eran aliados de los EEUU durante la II guerra mundial.
La consecuencia de la extendida ignorancia acerca de los principios fundamentales y el progreso americano, es mucho más profunda que no poder contestar preguntas en un juego. Si la gran mayoría no comprende el significado de las libertades que protege la Carta de Derechos, o no logra entender el trabajo del gobierno representativo, ¿cómo podrán ser transmitidos los valores comunes a la próxima generación?
Como lo dijeron los autores del estudio de ARC, “Las libertades que disfrutamos hoy, deben ser defendidas y preservadas –pero primero deben ser comprendidas.”
Pero existe un gramo de buenas noticias. La encuesta de ARC determinó que 90 por ciento de la gente americana adulta, incluyendo un amplio espectro de la población, está de acuerdo en la importancia de que los ciudadanos conozcan la historia y principios de la Revolución Americana, y que es vital que las escuelas enseñen la materia.
Si no hay un giro, esos ciudadanos deben expresar su deseo a las juntas escolares y las autoridades electas, de que se ponga énfasis en la Historia americana y en la preparación y contratación de profesores, así como en el contenido de las asignaturas de sus hijos. Aunque muy pocos quieren más pruebas, probablemente sería de ayuda si el NAEP evaluase el conocimiento de historia de los estudiantes con una frecuencia menor que cada cinco años y entregarlos estado por estado, de manera que el ciudadano pueda usar estos resultados y ver cuán exitosamente se está enseñando la historia del país en las escuelas.
Robert Holland es autor de un nuevo estudio: “ La enseñanza de la Historia americana: Promesa y rendimiento”( The Teaching of American History: Promise and Performance), disponible en el sitio de internet del Instituto Lexington:
https://lexingtoninstitute.org/the-teaching-of-american-history-promise-and-performance?a=1&c=1136
Don’t Know Much About History – And That’s a Problem
By Robert Holland
Americans don’t know nearly as much about U.S. history as they think they know. But their knowledge of popular culture is off the charts.
A new survey commissioned by the non-profit, non-partisan American Revolution Center (ARC) indicated that 80 percent of adult Americans (and 94 percent of those aged 18 to 49) were able to link the late pop star Michael Jackson to his signature songs “Beat It” and “Billie Jean.” But only slightly over half could identify James Madison as the Father of the U.S. Constitution.
Furthermore, even though “tea parties” have become a popular form of political dissent in recent months, only 12 percent could correctly identify the most important repercussion of the Boston Tea Party of 1773. That was the provoking of Parliament into enacting the Coercive Acts, which strengthened American resistance and led to convening of the First Continental Congress. Most respondents incorrectly answered on this multiple choice test that the Tea Party resulted in repeal of the tax on tea.
Asked before taking the test to grade their historical knowledge, only 3 percent gave themselves an “F.” But 83 percent flunked, meaning they could not correctly answer more than 16 of the 27 questions.
Perhaps adults have forgotten some of the history they learned in school long ago. But the prospect of their children becoming a better-informed generation is not bright.
The study of traditional U.S. history has declined since the Vietnam era due to such divergent factors as a crowded curriculum, the spread of a separatist band of multiculturalism, and the government’s focus on testing reading and math skills to the exclusion of history and other essential elements of the liberal arts.
In the interest of reviving the discipline, organizations of the nation’s leading history scholars have repeatedly called on public school systems to require history teachers to have majored in history in college; however, no state teacher certification boards do so, and the best evidence is that relatively few history teachers have majored in history.
A director of a federally funded Little Rock project to upgrade history teachers’ knowledge reported that “only 1 percent of the district’s history teachers have a degree in American history.” Time to teach history in school day crowded with other requirements is also a problem. A Sacramento project director noted that the subject of history receives an average of only 12 instructional minutes a day.
Last year, the Bradley Project on America’s National Identity warned that “the next generation of Americans will know less than their parents about our history and founding ideals. And many Americans are more aware of what divides us than of what unites us.”
The gap seems to be growing already. The National Assessment of Educational Progress, which samples grade-schoolers’ historical knowledge about every five years, last found that only one fourth of them tested at a proficient level. The next NAEP history test will be given in 2010.
On the 2006 NAEP, only 1 percent of eighth-graders could explain how the fall of the Berlin Wall affected U.S. foreign policy. More than half of high school seniors thought Italy, Germany, or Japan were U.S. allies in World War II.
The consequence of widespread ignorance of America’s founding principles and social progress is far more profound than poor performance in a game of Trivial Pursuit. If vast majorities do not grasp the meaning of liberties protected in the Bill of Rights, or fail to understand the workings of representative government, how will common values be passed along from one generation to the next?
As the authors of the ARC study noted, “The freedoms that we enjoy today must be defended and preserved – but first they must be understood.”
There is a modicum of good news. The ARC survey found that 90 percent of American adults encompassing a broad spectrum of the population agree that it is important that citizens know the history and principles of the American Revolution, and that it is vital that schools teach this subject.
If there is to be a turnaround, those citizens must let their school boards and elected representatives know that they want U.S. history stressed in the preparation and hiring of teachers, and in their children’s curriculum. Although few have an appetite for more testing, it could help if the NAEP would sample student knowledge of history more frequently than every five years and then release results state-by-state so that citizens could judge how successfully their schools are telling the American story.
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